jueves, 8 de noviembre de 2007

GENGIS JAN Y SU HALCÓN



Siempre me ha dicho mi padre que las decisiones meditadas y frutos de una concienzuda reflexión, antesala de acciones actitudes acertadas, provocan sinergias positivas. Una vez más me he demostrado a mí misma que él tiene razón.


Ayer no comenzaban mis clases en las universidad hasta las 10:30, así que tenía 2 opcines:
  1. Levantarme a las 9 y llegar a la universidad justo a tiempo para mi primera a clase.


  2. Despertarme a la misma hora de siempre- las 6 de la mañana- y quedarme unas horas en la biblioteca, aprovechando el tiempo en poner al día las cosas pendientes- ¡ que siempre las hay!-.

Finalmente me decidí por la 2ª opción, y me alegro mucho de haberlo hecho.

Cada mañana, cuando voy para la universidad, suelo llevar conmigo un libro. Así que, tras haber puesto al día mis apuntes y hacer algunos ejercicios de francés, tuve tiempo para dedicarme a una de mis actividades preferidas: la lectura. Concretamente, esta semana estoy leyendo el libro "Como el río que fluye", constituído a base de un compendio de útiles reflexiones,hechas por el escritor brasileño Paulo Coelho.




Tomar la decisión de levantarme temprano e irme a labiblioteca, me valió la oportunidad de ser partícipe de sus pensamientos y mensajes, tan instructivos, para la vida diaria, como positivos en sí mismos. Me siento feliz al saber que, gracias a haber meditado previamente una secilla decisión, he conseguido rentabilizar mi tiempo de la mejor manera posible: humanamente, enriqueciendo mi interior a partir del conocimiento de las experiencias de otros.




A continuación, me gustaría poner en vuestro conocimiento una de las historias que narra Coelho en su libro, se titula: "Gengis Jan y su halcón", aunque bien podría conocerse como "Sobre como las decisiones vehementes llevan a la propia perdición".




"Cierta mañana el guerrero mongol Gengis Jan y su cortejo salieron a cazar. Mientras sus compañeron llevaron flechas y arcos, Gengis Jan llevó a su halcón favorito... Ahora bien, pese al entusiasmo del grupo, no consiguieron encontrar nada. Gengis Jan, decepcionado, volvió a su campamento; pero, para no descargar su frustración en sus compañeros, se separó de la comitiva y decidió salir a caminar.





Había permanecido en el bosque más tiempo de lo esperado y Jan estaba muerto de cansancio y de sed. Por el calor del verano, los arroyos estaban secos, no conseguía encontrar nada para beber hasta que- ¡ milagro!- vio un hilo de agua procedente de una roca que tenía delante.





Al instante, retiró el halcón de su brazo, cogió el vasito de plata que siempre llevaba consigo , se quedó un largo rato para llenarlo y, cuando estaba a punto de llevárselo a los labios, el halcón alzó el vuelo, le arrancó el vaso de las manos y lo tiró lejos.





Gengis Jan se puso furioso, pero era su animal favorito, tal vez tuviera sed también. Agarró el vaso, le quitó el polvo y volvió a llenarlo. Cuando lo tenía hasta la mitad, el halcón volvió a atacarlo y derramó el líquido.





Jan adoraba a su animal, pero sabía que no podía permitir una falta de respeto en circunstancia alguna, ya que alguien podía estar presenciando la escena y más tarde contaría a sus guerreros que el gran conquistador era incapaz de domar una simple ave.





Esa vez, desenvainó la espada, cogió el vaso, empezó de nuevo a llenarlo, con un ojo en la fuente y el otro en el halcón. En cuanto vió que tenía bastante agua y estaba a punto de beber, el halcón de nuevo alzó el vuelo y se dirigió hacia él. Jan, con un golpe certero, le atravesó el pecho.





Pero el hilo de agua se había secado. Decidido a beber de cualquier modo, subió a lo alto de la roca en busca de la fuente. Para sorpresa suya, había en realidad, una poza de agua y en medio de ella, muerta, una de las serpientes más venenosas de la región. Si hubiera bebido el agua, ya no estaría en el mundo de los vivos.





Jan volvió al campamento con el halcón muerto en sus brazos. Mandó hacer una reproducción en oro del ave y grabó en una de las alas: " Incluso cuando un amigo hace algo que no te gusta, sigue siendo tu amigo".




En la otra ala mandó escribir: "Cualquier acción motivada por la furia es una acción condenada al fracaso". "







2 comentarios:

José María Moruno dijo...

Precioso relato. Me han entrado ganas de comprar el libro. Se suele decir que "lo bueno, si breve, dos veces bueno" y sin duda este es el caso. Relatos como este hacen de la lectura un verdadero placer.

MoPoMa dijo...

Una excelente historia para reflexionar... Gracias amigo por publicarla, yo tengo el libro, y se la iba a copiar a un político amigo, me has ahorrado el trabajo de transcribirla... Saludos